lunes, 12 de mayo de 2008

Bisama escribe sobre Machina

En Revista de Libros y con mucho mejor puntería que Gandolfo. De la columna, muy buena, destaco sobre todo la tesis "conspirativa" que presenta (cfr. Giambattista Vico?): "la literatura es una máquina en eterno loop". Espero sus comentarios. aquí va.


Domingo 11 de mayo de 2008
El Comelibros
Cabeza de máquina

Por Álvaro Bisama


Hay algo seductor en la idea de que el novelista o el escritor es un autómata en modo random de la lengua, alguien que recoge lo que está en el aire y lo trastorna para alienarlo, para volverlo único y original. Eso está en Macedonio o, mejor dicho, aquella idea que Piglia extrapoló de Macedonio: la literatura como una máquina que selecciona, permuta, hipertrofia, rescata o corrige el orden de las palabras del mundo. Ahí, la ficción es un artefacto cuyo sentido es construir un lenguaje falso, una parodia, una desviación de lo real. El poeta se vuelve robot. El novelista, un androide. El escritor, un cyborg que desea volverse humano, hablar como humano, unirse a lo humano.

Aquella idea no es tan disparatada. Dos de los mejores libros que se han publicado en Chile tienen que ver con ella. Con las máquinas. Así, mientras en El púgil Mike Wilson hace que en su novela de sci/fi los refrigeradores se pongan melancólicos en una ciudad histérica por el fin del mundo; en Machina, Sergio Coddou propone una poesía hecha de engranajes averiados que proyecta sobre el papel los espectros de la propia palabra.

A ambos los hermana el gusto por una literatura que se piensa en un canon psicótico, un arte que dispara imágenes que reinventan de modo recursivo otras imágenes. Aquella literatura proyecta la sensación de habitar un paisaje fragmentado. Escribir ahí, escribir desde ahí, es un remedio para soportar la misma desesperación que provoca el habitar ese espacio. Esa desesperación es urbana, ultramoderna y ominosa. Coddou y Wilson lo saben. Ambos encarnan el futuro de su propia lengua revuelta en el paisaje baldío del nuevo siglo. Dice Coddou: "Tell me the plot/ of this movie (...) Un motor/ que no mueve/ni es capaz de mover/ ninguna máquina/ El sueño del humo/ emana de los tubos de escape/ en el cementerio/ de automóviles". Dice Wilson: "Y si uno pudiera asomarse a esa ventana, vería que ese pulsar era, de hecho, la llama de un soplete que Art le aplicaba a la puerta de Hal, cuidadosamente fundiendo aberturas simétricas en el armazón de aluminio verde oliva. Hal no se quejaba de la cadencia de su cuerpo, aguantaba, solemne, aquel trasplante tan anticipado".

Hal, hay que decirlo, es el refrigerador parlante de la novela de Wilson, el signo más importante de la llegada del Apocalipsis citadino. Por su lado, a Coddou siempre le ha gustado eso, esa escatología desfigurada que es capaz de machacar y mutilar la cita para desesperar la tradición. Lo mismo que a Wilson: el surrealismo pop de sus imágenes proviene de la pesadilla colectiva que fue la ciencia ficción del siglo XX. En ambos (ojo: los dos libros aparecieron con días de diferencia), la literatura trabaja la alienación y la extrañeza, como si se dieran cuenta de que todo paisaje literario es falso o precario y está al borde del silencio.

No es tan inusual. Hace más de veinte años, y después de hablar la ciudad como una ficción paranoica, Gonzalo Millán concibió "Apocalipsis doméstico", un pequeño poema que prefigura sin querer los modos del fin del mundo que habitan Wilson y Coddou ahora. Tesis conspirativa: la literatura es una máquina en eterno loop. Dice Millán: "En el tablero del calendario/ están todos los días tarjados (...)/ En el refrigerador hay solamente/ una mitad de cebolla estreñida/ y una mamadera con leche agria (...) La estufa se apagó anoche/ después de consumir su combustible/ Cortaron el teléfono/ y pronto cortarán la luz / Quedan tres o cuatro ampolletas/ indemnes en toda la casa".

miércoles, 7 de mayo de 2008

Breve reseña a Machina en [KM Cero], suplemento universitario de Publimetro

Esta bien afortunada reseña de Machina para [km cero] la escribe Diego Zúñiga, autor de uno de los buenos blogs literarios chilenos

Dj Poet

Imaginemos una pista de baile. Unos parlantes grandes. Una bola de espejos y un DJ animando al público. El DJ se llama Sergio Coddou y lo que suena, en ese momento, es Machina, su última obra, donde vuelve a mezclar pistas, poetas, cantantes, poesía y canciones. Y es en ese terreno donde mejor suena, porque sabe jugar con la intertextualidad, dejando que su discurso tome fuerza y forma a través de la cita textual y también de la cita escondida, mutada y puesta en otro escenario. En este segundo libro Coddou logra confirmar un estilo, donde la música y la poesía se mezclan en sus versos sin artificialidad. Al contrario, Coddou escribe/canta con naturalidad y logra juntar a Enrique Lihn con Patti Smith sin siquiera temblar. Y quizás en eso está el mayor logro de su estética: en entender que la música puede ser poesía y que la poesía puede ser música. Las fronteras están rotas, nos dice DJ Coddou mientras suenan "Violas eléctricas/ que no se detienen/ ni aunque la audiencia/tire sillas / escupa".

Diego Zúñiga.